Esperando.

Sentada, esperó un mínimo gesto que demostrara que él había cambiado. Lo esperó por años, y ,su afán de creer, un dia se extinguió.

Se levantó con pesar, sus piernas, no podían recuperar su elasticidad. La espera había convertido sus miembros, en dos tumefactas piezas de colección.

Giró la cabeza, hacia ambos lados, sacudiendo el resto del polvillo que se la había depositado conscientemente en la cabeza. Su cabellera se tornó gris, no de tiempo, si no de pesar, de desconsuelo, de barridos de lágrimas que solo supo borrar una fuerte ráfaga. Pensó, en dedicarle un último rictus de dolor, pero decidió, que ya habia sido suficiente.

Levantó la cabeza, irguió sus hombros, agarró su pesada maleta de dolores. Y en un estallido la tiró contra el primer muro que encontró. La siguió con la mirada, el vuelo de aquél, ahora extraño objeto, ya no le pertenecía. La miró partir, surcando cielos, creciendo abismos entre su abominable espera, y su lento decantar.

Un hormigueo recorrió sus piernas, se sintió disfrutar, el primer hilillo de vida, empezaba a circular después de tanta desolación, de tanta muerte, su vida.

Y sentó a esperar, más impulso.