jueves, 29 de octubre de 2009

Mi derrota

Cansada de repetir, la misma condena, ansia de continuar con el lento y candente castigo. Surcos en el aire que castigan incansablemente la misma espalda. Restallar de látigo que profundizan, mis ríos de sangre y lava. Sin vacilar, ni siquiera pido piedad, dolor merecido para la única titular.
Agonizo ,estoica, los árboles mueren de pie, me sopló Casona. Y fiel a mi armadura, me animo a todas las batallas, sin notar que padezco desnudez de lanzas, y que mis combates son quimeras de un loco soñador.
Me hiero de desilusión, cargo con valijas de dolor, inclino mi cabeza de desesperación. Me asumo perdida, me ganaste vos...

Sin perdón.

El frío metal ya no le producía escozor como en aquel entonces, ternura de congelado acero que ,solo ella pudo comprender. Sola, única, en aquella callejuela, olvidó toda enseñanza compasiva. Refulgente destello de dientes, que avizoraban el látigo de su reacción nefasta e implacable. Mirada gris plomo, como única respuesta a una vida inmunda. Le habían quitado todo, su hijo, su esencia, su valor, en toda cuenta capitalista, solo sumaba la palabra: devolución con creces.
Parió tristezas en una implacable noche de verano, donde abortó todos sus sueños. La despojaron, de esperanza, extrañamente envuelta en una bolsa de residuos. Miró irse, su vida entre residuos patológicos. Se preguntó por el canje, se planteó el castigo, donde todo es mucho, y todo es poco...
No sobrevivió al dolor, se condenó al castigo de quien no tiene perdón.

Término.

Creyó que podría sobrevivir, tierra signada por implacables designios masculinos. Trato de erigirse ella, el ángel de venganza.
Nunca especuló con que sus alas eran cortas, y escasas, que con solo batirlas no componian ni el solo latido de un pequeño corazón.
Se erigió valiente con un enemigo inexistente que reía de sus aplicadas armaduras. Mostró pequeños dientes, que producían ansiedad cómica en sus adversarios de papel. Rasguñó el aire, mordió carnes de papel, concibió el aire como última y fina venganza. Erigióse personaje primaria de una novela secundaria,le puso empeño para escapar de sí.
Castigo implacable por todo premio, sentir que solo el dolor es el justo premio a tanta mala acción.
Morir para empezar, acabar solo para terminar ...

Condenada.

Todas las veces, sentir el ritmo cadencioso de cuanto me herias.
Intentar inútilmente ganarle una pulseada a quien me sonreía , perdedora yo.
Creer que puedo sobreponerme a los embates de la sinrazón, no poder sobrevivir sin vos.
Tus marcas son mi espíritu, querer escaparle al implacable presentimiento que me ata a tu asqueroso designio.
Retorcerme, cuantas veces...
Condenada a mi...pagando por vos.