60 segundos, tardo en calzarse los tacones, 60 milesimas de segundos en apodarse de su vieja identidad, 60 millonesimas de segundos en beber del fuego sacro de la venganza.
El olor del cuero, la embebio en animalidad que gobernaba sus sentidos. Sus ajustados pantalones negros reflejaban la oscuridad diurna de su vida. La risa , le volvio con un fatalismo de vomito. Arcadas de su proxima realidad, endurecian su castigada espalda. Se acordo de el, de su mutismo de amor, de su inncesaria manera de amar. Prefirio culparlo, de todas sus inmundas penas. Elaboro plan mortal, olor de sangre, apretado con cuero, y con tonos violetaceos, solo el que puede dar la sangre a punto de coagularse.
Marcho tras sus huellas, con un suave sabor a madera...los tintes rojos, corrian a cargo de ella.
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