
María es una tipa atractiva, a pesar de algunos kilos de más, que a ella no le importa, (así que al resto menos), no hay fiesta que ella no se pierda.
Dos separaciones, dos hijos de recuerdo de aquel paso por ese estado, le quedaron en la vida. Es simpática, alegre, divertida, pero está sola.
Llegó a la fiesta, y sus ojos inquisidores buscaron algo interesante para iniciar alguna conquista ocasional, que diezmara su desamor aunque sea unas horas. Pasaron las horas, y ya aburrida , luego de una importante ingesta de alcohol, empezó a impacientarse. No quería perderse una rato de amor...
Más tarde, la encontré bailando con un hombre que ya acariciaba los sesenta. Patéticamente derramada sobre él. Tenía la edad para ser su padre, pero a ella a esa altura de la noche, lo menos que le interesaba era el incesto.
Hoy hablé con ella, no guarda recuerdos de anoche, sus brazos inermes acarician el vacío. Ese lugar que todos los días le recuerda, su soledad. María sigue sola y su único compañero es el desamor.
María y su desamor...